domingo, 22 de febrero de 2009

Mi deportación (II)

Yo seguía sin creer lo que estaba pasando, ¡¡si había renovado el pasaporte hacía un par de años y tiene una duración de 5!!. Cojo el pasaporte para cerciorarme de que realmente había expirado, y efectivamente, hacía unos meses que ya no tenía vigencia. El operario me dice: "Pues si no tiene otro documento acreditativo tendrá que volverse a España". A todo esto mi mujer y mi familia política al otro lado del control flipando con todo lo que estaba pasando. El del control se va a buscar a su supervisor para ver si se puede hacer algo. Mientras, hablo con mi mujer, separados por una línea que no nos dejan cruzar. Ni a mí para entrar, ni a ella para salir.

Llega el supervisor, un tío súper seco que me empieza a hacer muchas preguntas y me dice que si no tengo otro documento acreditativo como un DNI, veo una tabla de salvación en la pregunta y en un nanosegundo le planto mi DNI encima del mostrador, me mira extrañado y me dice: "no, no, no, un DNI argentino, acá también lo llamamos DNI". Pienso (a ver, pedazo de zote, si tuviera un DNI argentino, sería porque soy argentino y no estaría teniendo estos problemas). Le empiezo a meter caña amablemente para intentar convencerle de que me deje pasar. No hay manera. Me dice que la única opción es que me ponga en contacto con la embajada española y que ellos hiciesen alguna gestión de urgencia antes de que me envíen de vuelta en el próximo vuelo a Madrid. Son las 15:00 hora de Buenos Aires, el próximo vuelo (mi vuelo de deportación) sale a las 21:00, pero está retrasado hasta las 2 y pico de la mañana. Cojonudo si en ese tiempo a la embajada española le da tiempo a hacerme la gestión. Una putada más si no hiciesen nada y me tengo que pasar 12 horas en el aeropuerto.

Llaman a una tercera persona con mayor rango y me explica que no me expulsan, sino que técnicamente soy un inadmitido. Empiezan a redactar los papeles para mi deportación. Firma hasta el gato (fijaros en el documento que os dejé en la anterior entrada que hay al menos 4 firmas). Después de 1 hora, les digo a mi mujer y mi familia que se vayan, que tampoco van a estar ahí si no pueden hacer nada, así que me despido de ellos no sin antes quedarme con el móvil de María, porque yo lo tenía sin batería. Localizo el el teléfono de la embajada española en Buenos Aires. Llamo. Sale el siguiente mensaje: "Lamentamos no poder atenderle. Nuestro horario es de lunes a viernes de 08:00 a 15:00 (es sábado y son las 4 de la tarde), si se trata de una emergencia llame al siguiente número...". Si esto no es una emergencia que baje Dios y lo vea. Llamó al número, me lo coje una chica después de no menos de 8 tonos con voz temorosa y acento argentino, le digo: "buenas tardes, soy un ciudadano español -esto me salió muy peliculero- que bla, bla, bla". Acabo de contar la historia. Largo silencio al otro lado del aparato roto por un tímido: "Esteeeeeeeeeee, lamentablemente nosotros no solemos intervenir en este tipo de circunstancias, normalmente lo hacemos si se trata de un conflicto diplomático". Vuelvo a intentarlo pero veo que no hay posibilidad de que muevan su culo por un compatriota, así que me despido amablemente e informo a mi familia de que finalmente voy a ser deportado...

Una chica de Aerolíneas Argentinas, que me estaba haciendo los papeles para volver a España y que fue la única medianamente amable conmigo, me informa que de que el vuelo de vuelta es a las 02:30 de la mañana, que confiscan mi pasaporte hasta que salga del país y que en esas 11 horas tengo que permanecer en la sala donde está ella para estar localizable visualmente todo el tiempo, porque soy un pasajero en "trámite de deportación". Me quejo y le digo que 11 horas allí es un suplicio, así que se apiada de mí y me hace un favor colándome en la sala VIP de AA y cuando estamos entrando, un piloto argentino muy mal encarado empieza a preguntar que porque tengo que estar allí y me echa. Me empiezo a deprimir.

Al final, como imaginaréis, no estuve las 11 horas en la sala y conseguí escaparme, (lo contaré en la siguiente entrada), pero eso sí, esas 11 horas que pasé por el aeropuerto, me sentí como Tom Hanks en "La Terminal"

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